jueves, 17 de mayo de 2012

CUENTO

ESPERANZAS


Siendo una familia humilde donde apenas teníamos para comer mi mamá, mi papá, mi hermanita, pequeña, a la que lo único que le importaba era el momento y no sabía si teníamos o no dinero. Mi papá harto de esta situación un día nos dijo: ya me voy a los Estados Unidos para que podamos tener una mejor vida y no vivir como ahorita que ni para comer tenemos.
Una madrugada él se despidió de mí para no lastimar a mi familia, diciéndome: hijo ahora tú eres el hombre de la casa, te encargo a tu mamá y a tu hermanita, cuídalas mucho, pronto regresaré con dinero para poder vivir tranquilamente, confía en mí que así será.
Después de que mi papá salió de la casa me quedé tranquilo por las palabras que me dijo.
Tiempo después nuestra vida fue aún más miserable, no recibíamos noticias de mi padre, como el prometió, además mi madre estaba enferma y mi hermanita crecía en la miseria. Yo, también, estaba cansado de esta situación y quería encontrar la salida para terminar con todo esto.
Así que convencí a mi familia para que todos nos fuéramos a Estados Unidos a buscar trabajo y sobre todo para encontrar a mi padre. Mi vida ha sido muy difícil y triste desde que mi padre se fue. Y lo fue aun más cuando pasamos la frontera, ya no soportaba ese inmenso calor en que cada segundo que pasaba se hacía más y más intenso, no podía ni caminar, tenía hambre y sed, y lo único que me mantenía vivo era la esperanza de encontrar a mi padre. Fue horrible ver a mi madre ya que no podía más pues estaba muy cansada, me pedía que continuara con mi hermanita y que buscara a mi padre. Que ella no podía continuar, que ni siquiera tenía la fuerza suficiente para poder levantarse, sentía que esas eran sus últimas palabras ya que estaba muriendo y lo que más le dolía era dejarnos solos.
En ese momento, mi madre murió y sentí que yo también moría con ella, veía como los ojos de mi hermana se llenaban de lágrimas, como le gritaba que no nos dejara, la abrazaba y la besaba al mismo tiempo, me quedé inmóvil no supe que hacer.
Las personas que iban con nosotros nos dijeron que la dejáramos, que debíamos continuar. Nos dolió mucho pero la dejamos ahí.
Al llegar a Estados Unidos no supimos a dónde ir, ni qué hacer, pasamos la noche en la calle, nuestra única cobija era una hoja  de papel periódico.
Al amanecer dejé sola a mi hermana y yo me fui a buscar un poco de comida, pedí en las calles que alguien me diera algunas monedas o algo para comer. Pero nadie me dio nada, al contrario, las personas que pasaban me veían con tanto miedo como si les fuera a hacer algo, otras me ignoraban y algunos me veían con tristeza y lástima.
Después de caminar y caminar me perdí no sabía ni qué camino tomar y lo peor es que mi hermana estaba sola y ni siquiera podía ir por ella. Hasta ese día en la noche la encontré estaba ahí, sola, llorando con mucho frío y hambre; cuando la vi, corrí y la abracé, ella era lo único que tenía en ese momento.
Después de algunos días, cuando una señora muy linda y parecida a mamá nos vio se dirigió a donde estábamos, nos preguntó sobre nuestra madre, sobre qué estábamos haciendo ahí solos, nosotros no contestamos, pero al terminar ella preguntó que si teníamos hambre nosotros respondimos que sí. Entonces la señora nos llevó a su casa, nos dio comida, ropa y un lugar calientito para dormir, no sé porque pero creo que ella es un ángel que mi madre envió para cuidarnos, ahora estamos bien y la felicidad regresa a nosotros.

                                                                                                 Autores:
Chávez Rosas Monserrat
De la luz Hernández Mercedes Raquel
Romero Rossini Alonso

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